Y Río se terminó el domingo. Porque durante la semana no quedaba mucho más espacio en los horarios que ir al centro de convenciones (1 hora de viaje desde el hotel! y ahora me vengo a enterar de que estaba a pasos del autódromo de Jacarepaguá), pasar el día ahí (incluyendo almuerzo) y volver a la ciudad con tiempo suficiente para buscar un lugar donde cenar sin que nos arranquen la cabeza.
Sólo dos puntos salientes: primero, la excursión de la conferencia el miércoles a la tarde, poco más que un paseo en jeep por la Floresta da Tijuca con un insoportable guía cruza de brasileño y cowboy (no pudo faltar la "piedra de granito de una sola pieza mais grande do mundo"). Buenas vistas, lindo bosque, pero supo a (muy) poco. Segundo, mi charla en una de las 5 sesiones paralelas del jueves, bastante aceptable salvo por una ligera tendencia a la poca fluidez de palabras en el idioma de Shakespeare...
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